Para aquellos que se atrevieron a internarse en un lugar de la montaña y para esa estrella que los acompaño en sus días....
el cielo casi se caía y el calor arrancaba una gota de sudor de las frentes de los pocos que se animaban a transitar la ardiente calleja, los pasos se enlentecían por la abrumadora pesadez del aire, las manos no se daban tregua para llevar a la boca ese alivio que daba el agua de los bebederos.
La ciudad estaba en llamas, Sin quererlo un sueño se plasmó en una gota de lluvia y…
Hubo una vez....
Nadie supo si alguna vez fue verdad, si era verdad o lo sería.
Lo bueno era que fue un alivio para el calor que aplastaba, y como el agua, se vivió como una bendición del cielo. Los niños jugaron en los charcos, las mujeres humedecieron su rostro y de pronto apareció un brillo a través de las gotas transparentes que caían por sus mejillas, el torso de los hombres se cubrió de un sudor de alivio.
El agua, la siempre aliviadora agua, dejó que las miradas se tomaran un descanso para dejar ver lo que aconteció sin que nadie se diera cuenta.
El calor se retiró por un rato para dar paso a la aliviadora brisa que acompañaba la lluvia y , sin proponérselo, los hombres cansados, sintieron una caricia que alivio en sus almas.
Los perros que merodeaban el lugar ladraban sin sentido, o si. Ellos perciben cosas que los humanos no, entonces quizás, sintieron la diferencia que solo era posible describir por el cambio de temperatura en sus pieles.
Un colibrí voló cerca, una flor se abrió con sus colores amarillos sol dejando tímidamente mostrar sus pistilos, y fue como si la lluvia hubiera caído para alivianar la carga que sin saberlo uno y otro llevaba sobre sus hombros...
Uno a uno los niños inquietos fueron acercándose al gran árbol que daba una sombra simple pero mágica, algún caminante de la vida se paró curioso al ver que un murmullo casi melodioso que arrancaba flores de los pensamientos salía de ese tumulto de pequeños...
Y así se quedaron a escuchar lo que cambio su historia para siempre.
Hubo una vez una oportunidad para los hombres.Algunos creen que fue una ráfaga de viento que se escapó sin permiso y cruzó las montañas para llegar a ellos.
Otros creen que unos peces traviesos la encontraron arrumbada en una roca y la consiguieron sacar del fondo del mar dejándola libre en el agua.
Y fue así como llego al lugar. Otros, niños de alma, creyeron que un duende se perdió en el bosque y la única manera de hallar el camino de regreso fue develar el secreto.
Pero, yo, que aún no consigo explicarme que trajo el alivio, pienso que fue solo un sueño largo y que cuando se abrieron los ojos, se fue.
Y si fue así, solo un sueño, cada uno de los hombres que escuche esta historia podrá soñarla aún sin cerrar los ojos y aquellos que no se duerman hasta podrán atrapar la oportunidad para continuar con el alivio que trajo más tarde el agua.
Todo comenzó una noche con un cielo muy muy oscuro. Muchas estrellas brillaban y miraban hacia muchos lugares, ellas iluminaban la vida de muchos que desconocían su propósito allá en el cielo.
Pero fue solo en un espacio encerrado entre las montañas en donde ella cayó.
Fue cerca de un cauce de un arroyo que interrumpido por temerosos árboles ante su imponente fuerza dejaban que el agua fluyera sin prisa, libremente, hacia un destino que solo otros conocían.Apenas se sentía el ruido de algún bichito nocturno, de un perro que recibía a sus dueños, un árbol que movía sus hojas, alguna puerta entreabierta.
Todo era silencio.Entonces la estrella cayó sola.
Y sintió miedo.
La luz que irradiaba se apagaba ante tanta oscuridad y sintió que todo por allí era oscuro, demasiado silencioso para su vida de concierto en el cielo y no quería estar ahí.
Busco algo que la hiciera sentir acompañada pero era inútil, nada la acercaba a esos lugares en donde solía vivir, lugares en donde el silencio reinaba.
Este era otro silencio, era silencio de ruidos. Frio, cortante, sin caminos para tomar.
Un silencio vacio, se dijo. Su silencio, allá lejos, era como un concierto de pájaros sintiendo la cálida llegada de la primavera, era el silencio de un remanso de agua que cuando encuentra un rincón pequeño, descansa.
Era como el silencio acompañado en donde las palabras hacen demasiado ruido y nadie quiere romperlo para no cambiar la magia del instante.
Debió pensar, o mejor se dijo, solo sentir.
No era posible que hubiese caído en la tierra solo para sentir miedo.
Todo tiene su plan en el universo, se dijo. Todo.Pensó que algo más debía haber en ese espacio adormecido. Y comenzó a buscar.
Tímidamente fue iluminado su camino, lo hizo sola, respetando el silencio del lugar y soñando con otros silencios. Esto le daba coraje. Poco a poco fue descubriendo los perfumes del lugar, la textura de las plantas, la humedad de los pastos, el frio de la noche y fue entonces que se acercó a otra luz.Solo era un farol. Su misión era simple: custodiaba la entrada del lugar.
Y como su luz era más fuerte, más bella, entonces la otra, solo inclino sus ojos y le otorgo permiso.
Fue así como entró al lugar en donde los hombres, seres con sueños, hombres, mujeres, grandes, pequeños, entregados, asustados, habían cerrado sus ojos para bucear, perderse en un sueño.No entendía mucho y decidió espiar a través de los ojos: solo debía darle luz por un instante y así, los mejores sueños de aquellos que desconocían su intención, aparecerían ante sus ojos.Sintió que podía.
Iluminar los sueños era algo que muchas estrellas hacían a diario aunque ella no era de esas.
Su misión en el cielo solo era traer luz, y aunque alguna vez sintió pena por tener un trabajo tan pequeño, vivía feliz en el cielo.
Esta vez tendría la oportunidad de iluminar otros ojos pero en los sueños… eso sí que era bueno, cuando una estrella ilumina un sueño puede suceder que la oportunidad sea atrapada por los hombres y sus vidas rescaten la luz que una vez tuvieron cuando niños.
Estaba feliz. Y fue así como entró en cada uno de los seres que dormían en el lugar, algunos inquietos, otros tranquilos, algunos con rostros alegres y otros… que feo pensó con rostros apretados, fruncidos, como enojados con ellos.
Su luz invadió los sueños, cambio lo oscuro por claro, lo frio por tibio, lo tumultuoso por sereno.Su luz iluminó el camino de los sueños. Su luz se convirtió en muchas luces.
En luces de colores, en luces que brillaban, en luces que arrancaban sonidos de los labios, en luces azules, plateadas, amarillas y blancas.
Luces con música de ángeles, con cascabeles, con nubes. Y así su luz secó las lágrimas de algunos, silenció los ruidos de otros, acarició las penas, acompañó soledades, acunó los sueños de un niño en camino, de unos ojos sin luces, de un rostro sin sueños, de una entrega sin límites. Su luz acompaño la vigilia de algunos, iluminó los rincones de los recuerdos de otros, alentó a los más temerosos y dio fuerzas a los débiles.
Fue casi mágico ver como los rostros cambiaban las expresiones, como los que no conseguían paz se acurrucaron en un sueño sedoso y musical y los más tranquilos se animaban a más.… recorrió cada uno de los lugares sin importar los tiempos y se detuvo en otros ojos, ojos de luz, ojos de entrega, ojos de lucha, ojos de esperanza, ojos de agua, ojos de cielo azul.
Se sintió diferente, esos ojos irradiaban una luz muy parecida a la de ella. La sintió su hermana. Ahora, otra luz iluminaba el lugar de los hombres y sintió que esa había sido su oportunidad.
Sintió que quería volver a su cielo y que su vida era hermosa aunque antes no la había visto.
Su luz encendía la luz de los cielos y cuando se perdió en la tierra su propósito había sido solamente ese. Conocerlo.
Pero como el plan divino es perfecto, las cosas a veces, pasan para muchas cosas… y ella había podido iluminar para mostrar el camino y mostrarse su camino.Entonces la estrella pensó como volver… y dudó.
Fue solo un instante. Sintió que su corazón y ya no estuvo más en la tierra.Una vez alguien me dijo mirando el cielo de un lugar parecido a este de nuestro cuento: Las estrellas, dice el Maestro, son ángeles que se envían a la tierra.
Esa noche pensé que también en la tierra hay ángeles que nos cuidan y nos abren una puerta para iluminar los senderos, lo importante es que debemos estar despiertos para reconocerlos o dejar que entren en nuestros sueños.
También debemos recordar que la oportunidad es ligera, fugaz, silenciosa en muchas ocasiones, y que cuando grita no debemos mirar hacia otro lado: solo entregarnos porque cuando el corazón guía nunca equivocaremos el rumbo.
Y fue así como los niños y algunos hombres del camino no se sintieron más abrumados por el calor que hacia momentos los aplastaba, dicen que cuando abrieron los ojos la lluvia jugaba a las escondidas con el arco iris y nunca más nada fue igual en un rincón de cada uno de los corazones que habitaban en ese momento la montaña.